ABC: La rebelión de los cabildos

No se trata de un movimiento coordinado, aunque sí coincidan en el resultado y en las consecuencias que podría acarrear. La caída del pacto entre Coalición Canaria (CC) y el Partido Socialista (PSOE) en los cabildos de La Palma y Tenerife, que no es inminente aunque sí altamente probable en los próximos meses, podría deberse a diferentes motivos, pero en ambos casos cabe hacer una sola lectura política de lo que provocaría en el escenario regional: un brutal debilitamiento
del pacto de gobierno y, en especial, de la figura de Paulino Rivero (CC), principal interesado en la buena salud de sus acuerdos con José Miguel Pérez, secretario general de los socialistas.

Desde el mismo momento en que Ricardo Melchior anunció que dejaría la presidencia del Cabildo de Tenerife en manos de Carlos Alonso al retirarse de la política —algo que recibió como respuesta inmediata de Rivero hacer explícita su voluntad de repetir como candidato en 2015—, la inquietud en las filas socialistas no ha hecho sino aumentar. El desplazamiento de Rafael Yanes de la alcaldía de Güímar, aunque responda en parte a factores de índole local, no puede separarse de lo que se entiende como enfriamiento de las relaciones entre CC y el PSOE en la isla de Tenerife. Desde el PP ya se acepta, por otra parte, volver a ser socios de Coalición en el Cabildo, lo que prestaría un formidable servicio al delfín de Melchior, Carlos Alonso, que no convence a la militancia pero
tendría dos años de gobierno por delante para consolidar su perfil político, que es su gran carencia.

No tiene que ver necesariamente una cosa con la otra, pero el caso de La Palma puede aportar una
considerable cuota de incertidumbre política al escenario político regional. Desde que se celebrase el quinto congreso de CC en la isla, el pasado mes de enero, no han hecho más que crecer las voces de disconformidad con la ejecutiva que encabeza José Ramón Hernández. El hecho de que en 10 de los 14 municipios de la isla un pacto PP-PSOE haya desplazado a los nacionalistas sin poder evitarlo desde la insular ni la regional no hizo otra cosa que caldear los ánimos entre aquellos que ven a los altos dirigentes bien pertrechados en sus pactos con el PSOE y sin prestar atención a la inusual situación de los municipios, tras la interrupción de un largo período de control por parte
de CC.

Con los dirigentes socialistas municipales fuera de control de la regional de José Miguel Pérez o de la insular de Anselmo Pestana, los socios nacionalistas del Cabildo palmero no han cesado en su amenaza de dar punto y final al pacto, bien para gobernar en minoría, bien para abrir la puerta al PP. Los populares, mientras tanto, se toman con calma la situación, conscientes de que su ámbito de poder solo puede mejorar o mantenerse, pero nunca empeorar. Los acuerdos municipales con el PSOE se honrarán hasta el final del mandato, repiten a quien quiera oírlo. Si ya el caso de La Palma constituiría una durísima prueba para el pacto regional CC-PSOE, de conjugarse con el de Tenerife haría que los socialistas se pensaran muy bien qué papel están jugando en el gobierno regional que sostiene a Paulino Rivero, que tiene por delante los meses más duros de su carrera política.